A diferencia de la cebolla de secar, sus bulbos redondos son más pequeños, de unos cuatro centímetros, según la variedad. Las cebolletas son parientes cercanas, muy similares pero con el bulbo alargado. Su sabor más suave y menos acre que el de las cebollas secas, destaca por ser muy aromático, por lo que su consumo ideal es en crudo. Para quien desee suavizarla aún más, se puede cortar y dejar en remojo con agua y vinagre unos minutos.
En ensalada es excelente, porque contrasta con el gusto de otras hortalizas y proporciona un toque ligeramente picante y crujiente. Por ejemplo, en forma de medias lunas con tomate y olivas, o picada muy finamente en ensaladillas de todo tipo, ya sea con base de patatas, de arroz, de pasta, de cuscús o de legumbre. Es un ingrediente indispensable en salsas como las vinagretas o el guacamole. También podemos usar las cebollas tiernas en cualquier plato en que se usaría la cebolla seca. Es excelente asada o al horno, donde su sabor se hace dulce y concentrado. Igualmente hervida, al vapor o salteada proporciona el toque inconfundible de la familia Allium.
Es muy ligera porque contiene casi un 90% de agua, pero con una alta proporción de fibra, vitaminas B, C y E, así como potasio, magnesio y fósforo. Su mayor aportación son los componentes antioxidantes azufrados, como la quercetina o la aliína, causantes de su característico sabor.
Formato | unidad, caja |
---|